La religión es una superstición que parece hacer semi-feliz a mucha gente, mediante la alienación del individuo pensante, que puede llegar en los casos más negativos a la sugestión paranoide.
Actualmente el catolicismo convive e incluso coadyuva con el capitalismo, véase sistema económico del Vaticano. La Iglesia católica nunca ha luchado por la solidaridad, sino por la caridad, es decir por el mantenimiento del pobre pobre, por la consolidación del estado de pobreza de las personas.
No tiene firmado ni ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Segundo Protocolo Facultativo destinado a abolir la pena de muerte, la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
El Vaticano es el único estado europeo que no sólo no es formalmente una democracia, sino que explícitamente defiende su carácter de monarquía absoluta. La Ley Fundamental de la Ciudad del Vaticano constituye la norma constitucional más importante; como elemento reseñable, se puede señalar que esta ley no contempla la tradicional división de poderes (el Sumo Pontífice, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, tiene la plenitud de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial) que se considera garantía de su independencia en las sociedades democráticas occidentales.
El catolicismo niega la reencarnación y por tanto el contacto con los antepasado o con espíritus. La liturgia católica es una usurpación de los rituales ancestrales, totalmente sacados de contexto que el 99% de la población ni entiende ni puede entender.
La democracia es el resultado, entre otras cosas, de la salida de la religión de la vida política, de la separación iglesia-estado, y por ende igualmente lo son todos los principios en que se sustenta.
La tolerancia católica a la que se hace mención en el texto, no es tal. A la Iglesia en el mundo occidental no le queda más remedio que moverse dentro de lis límites que el Estado de Derecho le impone. Las demás religiones se aparecen más radicales justamente porque aun no han visto mermado su campo de actuación por practicarse en zonas del mundo en las que los movimientos sociales o no han se han producido o se producen lentamente.
Para finalizar se puede decir que este señor pide respeto para los católicos y la iglesia, algo que el catolicismo jamás ha concedido a los que han disentido con ella, y a los que en otros tiempos se podía permitir el lujo de marginar, torturar e incluso de QUEMAR. Si hoy no lo hace es porque NO PUEDE, aun así sigue haciendo mucho daño a diferentes colectivos, apoyando regímenes totalitarios (Franco, Pinochet...) y colaborando con la extensión del sida en África. Por lo tanto la vida occidental es el resultado de la separación iglesia-estado, de la victoria de los principios eternos humanos de solidaridad, justicia, libertad e igualdad sobre los principios religiosos.
German Martín Castro
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