¿Que significa o qué intencionalidad tiene tener a los Vigilantes de Prosegur que trabajan en esta Casa, sobre todo en la entrada de Jorge Juan, ser utilizados, como brazos de madera, para pasar la tarjeta de 300 a 400 trabajadores (de estructura mayormente) tanto a la entrada o salida de cada turno, como a las salidas y entrada de la hora de bocadillo?
¿Qué finalidad se contempla, sino es la de reconocer en ellos su actividad de “autómatas” “una ocupación rayando el servilismo” (aunque toda actividad en un trabajador se considere digna, que algunos defienden ), unas funciones que no se contemplan en las categorías profesionales de su Convenio: fichar a los trabajadores de la Empresa.
Como si estos adolecieran de esta “manualidad”. ¿Para qué los torniquetes, relojes lectores de tarjetas, para qué las técnicas de control que día a día se nos implementan? ¿Tiene que tener la empresa secuestrados en tarea tan grata, edificante como la de “fichador“ a un colectivo que no tiene estas competencias?
¡Qué poco se hace desde sus mandos y responsables en liberarles de esta innovación que alguien en un día de éxtasis profundo, clarividente, decidió tan estratega disciplina!
¿Y la dirección de RRHH, que pinta en todo esto? Pues no mucho, la verdad.
Con esta inexplicable finalidad de no sabemos cual, nos vemos sometidos a situaciones tercermundistas. Sí, mucha tarjeta inteligente, mucho certificado, mucha ingeniería y tecnología automatizada, mucha cámara, pero al final, colas para salir, colas para entrar, fichajes tardíos a costa de terceros y unos trabajadores, ellos, sentenciados paralelamente a nuestras incomodidades, a un riguroso comportamiento de inmovilidad y automatismo continuado e innecesario de “mete tarjetas” durante una jornada completa, a un trabajo que nada tiene que ver con el CONTROL, ni para lo que han sido contratados.
Llevamos años así, o sea, que esto no ha sido ni temporal, ni transitorio, sino todo lo contrario. Más de lo mismo: desinterés, cargos vacíos de responsabilidad, despreocupación propia de las entidades públicas en manos de los responsables que deben velar por las situaciones de su personal laboral. Aquí nunca pasa nada. Hay que esperar a la denuncia pertinente para hacer poner las pilas a quien le competa.
Pues nada, seguiremos jugando a la rana con la tarjeta a ver quien la mete mejor en el tiempo de bocadillo.
Luis María González
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