jueves, 18 de septiembre de 2008

LA EVOLUCIÓN DEL ASAMBLEARISMO

Ya hace más de cuarto de siglo. La democracia estaba recién estrenada y no había aún costumbre de hablar sin miedo (ni siquiera hoy se habla de algunas cosas).

En fábrica, los comedores eran un hervidero de vida. Eran el sitio donde se oían historias de lo que hacía alguna gente. Manifestaciones y concentraciones. Pintadas, pegada de cartelas o impresión de propaganda. Allí se hablaba en relativa confianza de problemas de fábrica, de talleres, o de lo que hacían otros compañeros del sector gráfico.

Y cuando hablo de asamblearismo, veo un comedor que ha debatido los problemas, un día y otro, hasta que se han decantado las soluciones y veo unos representantes que van a hablar con la dirección, totalmente convencidos de lo que piensa y siente la asamblea.

No tiene mucho sentido justificar aquí las razones del cambio. Resulta evidente que los tiempos ya no son así.


Primero, algún representante aún hoy en activo, empezaba a emitir el discurso de que “no puede permitirse que en una asamblea hable gente sin cualificar”. Esto es, sin formación política y moral o conocimiento suficiente.

Esto tiene su por qué. Se empezaba a profesionalizar (para bien y para mal) una clase social dedicada a la política.

Y efectivamente, esto acabó cuajando, ya que durante otra serie de años ya se hablaba de “Subir a informar a los comedores” Véase la diferencia. ¡Subir a informar!

Pero esto, tampoco era fácil. Primero, porque el informador debe conocer en profundidad de qué se habla y todo el mundo no está en las mismas comisiones, ni trabaja en lo mismo y a veces, hay que repartirse la información entre distintos sindicatos y debe consensuarse al gusto de todos, etc.

El caso es que ya ni se sube a informar.

Esto supone un tremendo esfuerzo y además mucha gente, entre los que me encuentro, ya no acepta la emisión de eslóganes o frases hechas, generalidades o juicios ideológicos de valor o de blanco y negro.

Como dato, durante la información del comité de empresa en el salón de 100, en la última huelga, no se llegaba a la veintena de personas.

Otro dato, es que tampoco se recuerda una asamblea, que no se haya resuelto con el planteamiento previo de los sindicatos.

Y claro, nos quejamos de que la gente ya no hace nada, ya no le importa nada y no reconocemos que entre otros, se ha perdido el valor de LA PARTICIPACION.

Pero precisamente era esta participación lo que diferenciaba a nueva plataforma de los sindicatos tradicionales. El asamblearismo era la forma en que al principio, la gente participaba. Se sentía hermanada y confiaba en sus líderes.

Entonces, si esto fuera así, sería necesario buscar una operativa que restaurase la participación de la gente, pero claro, la gente no somos solidarios y si pudiéramos, haríamos horas extras.

¡Qué problema!


Juan Carlos García Dueñas

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